Los artículos sobre el ciclo menstrual suelen centrarse en la reproducción y en los síntomas de la regla, y no ayudan a reconocer los patrones que afectan a todo el cuerpo. Estudiar tu ciclo menstrual puede ayudarte a saber cuándo es el momento ideal para socializar, trabajar, mantener relaciones sexuales, aumentar la intensidad del ejercicio físico o priorizar el descanso y la recuperación.

Los diagramas tradicionales del ciclo menstrual representan un ciclo estandarizado de veintiocho días, con una serie de etapas predeterminadas, pero la realidad es que esos diagramas reflejan conocimientos de hace más de sesenta años, y desde entonces hemos aprendido mucho.

La investigación científica moderna evidencia que los ciclos menstruales varían mucho de una persona a otra y, en una misma persona, de un periodo a otro.

En lugar de conformarte con leer consejos generales que probablemente ni siquiera se ajusten a tu experiencia, puedes usar herramientas modernas, como Oura, para conocer tu ciclo menstrual, saber cómo afecta a los distintos sistemas de tu cuerpo y adaptar tu rutina a cada fase del ciclo.

Si quieres familiarizarte con las fases del ciclo menstrual y descubrir cómo puede ayudarte Oura a identificar los efectos de cada una, sigue leyendo.

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¿Cuáles son las fases del ciclo?

Aunque, por definición, los ciclos no tienen ni principio ni fin, el ciclo menstrual se suele dividir en fases. Según el artículo que leas, verás divisiones ligeramente diferentes, pero todos hacen referencia a la fase folicular y a la fase lútea.

  • La fase folicular incluye la menstruación y el periodo periovulatorio, que es cuando el cuerpo se prepara para ovular. Una vez se ha producido la ovulación, empieza la fase lútea.
  • En la fase lútea, el cuerpo se prepara para un posible embarazo.

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El siguiente diagrama muestra la duración media y la increíble variabilidad de los diferentes procesos del ciclo menstrual.

En cada uno de estos procesos, las hormonas coordinan la actividad de los órganos reproductores, el corazón, los pulmones, los músculos, el cerebro y otros sistemas del organismo.  Intervienen muchas hormonas importantes, pero nos centraremos en tres: los estrógenos, la hormona luteinizante (HL) y la progesterona.

Es posible que ya sepas cómo estas hormonas estimulan el crecimiento y el desprendimiento de la mucosa uterina (endometrio) y la preparación y la liberación del óvulo, pero quizás no tengas claro a qué responden las denominaciones “fase folicular” y “fase lútea”.

“Folicular” hace referencia a los folículos ováricos, que son unos pequeños sacos de líquido que están ubicados en los ovarios y albergan un óvulo. Al comienzo de la fase folicular, cada ovario genera entre veinte y treinta folículos.

Cuando se acerca el momento de la ovulación, un folículo se convierte en dominante y el resto se descomponen de forma natural.

Por su parte, la fase lútea se llama así en alusión al llamado “cuerpo lúteo”: tras liberar el óvulo de su interior, el folículo dominante se transforman en un cuerpo amarillento que segrega progesterona y estrógenos para propiciar un posible embarazo.

En el siguiente gráfico puedes ver cómo fluctúan la temperatura corporal y los niveles hormonales según la fase del ciclo menstrual. Cada hormona alcanza su pico en una fase distinta: los estrógenos en la fase folicular, la HL justo antes de la ovulación y la progesterona en la fase lútea.

  1. La fase folicular empieza con la menstruación, durante la cual los niveles de estrógenos y de HL son bajos y la progesterona desciende ligeramente.
  2. A medida que avanza la fase folicular, los folículos en desarrollo producen cada vez más estrógenos.
  3. Hacia el final de la fase folicular, cuando se acerca la ovulación (periodo periovulatorio), los altos niveles de estrógeno y otros factores desatan una oleada de HL, que es lo que desencadena la ovulación.
  4. La fase lútea comienza tras la ovulación, cuando el cuerpo lúteo segrega estrógenos y grandes cantidades de progesterona. A lo largo de la fase lútea, la progesterona engrosa el revestimiento del útero y evita que haya contracciones.
  5. Finalmente, el cuerpo lúteo retrocede y provoca un descenso de la progesterona y los estrógenos. A medida que estas hormonas van disminuyendo, las capas que recubren el útero se descomponen y se desprenden como sangrado menstrual, con lo que se inicia un nuevo ciclo.

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¿Qué patrones puedes buscar?

Puedes detectar las distintas fases del ciclo menstrual observando el impacto de las fluctuaciones hormonales en el cerebro, el corazón, los pulmones, el aparato reproductor y otros órganos. Los cambios se manifiestan como patrones en la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca en reposo (FCR), la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC) y la frecuencia respiratoria.

Ten en cuenta que los anticonceptivos hormonales repercuten considerablemente en los patrones y que los valores pueden variar mucho entre fases y de una mujer a otra. Por ejemplo, una temperatura o una FCR alta en tu fase lútea puede corresponder a un valor bajo para otra mujer en la fase folicular. La mejor forma de conocer cómo funciona tu cuerpo es analizando tus propios patrones.

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El siguiente gráfico muestra la evolución típica de cuatro parámetros clave a lo largo del ciclo menstrual:

A continuación se explica cuáles son los patrones habituales en cada fase.

Durante la menstruación

Pese a la presencia de síntomas como los calambres, la menstruación suele coincidir con una mejora del sueño y la recuperación.

Al inicio de cada ciclo, los niveles de progesterona y estrógenos disminuyen. Este descenso hormonal se asocia a una bajada de la FCR y de la frecuencia respiratoria y a un aumento de la VFC. La velocidad a la que se producen estos cambios depende de la rapidez con la que disminuyen la progesterona y los estrógenos en un ciclo determinado.

La temperatura corporal también se ve muy afectada por los estrógenos y la progesterona. Las dinámicas son complejas pero, en general, los estrógenos reducen la temperatura, mientras que la progesterona la eleva. El descenso de los niveles de progesterona durante la menstruación puede provocar una reducción de la temperatura.

Durante la fase folicular

La fase folicular favorece el rendimiento deportivo y la sociabilidad. Aunque todavía falta por investigar, parece que el aumento de los niveles de estrógeno durante la fase folicular podría estimular la cognición y la creatividad.

Durante su desarrollo, los folículos ováricos segregan cantidades crecientes de estrógeno y la mucosa uterina se reconstruye para crear un entorno idóneo para un óvulo potencialmente fecundado. El aumento de los estrógenos no solo afecta al sistema reproductor, sino también al corazón, a los pulmones y a los músculos, lo que se traduce en un descenso de la temperatura, de la FCR y de la frecuencia respiratoria, y en un aumento de la VFC. La investigación sobre este proceso está en ciernes, pero se cree que dichos cambios, que suelen asociarse a una mayor sensación de bienestar, pueden favorecer el rendimiento deportivo.

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En torno a la ovulación

A medida que el cuerpo se prepara para liberar un óvulo, la mujer puede experimentar una alteración que la deje indispuesta durante uno o dos días.

Los altos niveles de estrógeno y otros factores desencadenan una serie de reacciones en el cerebro y en el cuerpo que dan lugar a un aumento de la hormona luteinizante, que es la que inicia la ovulación. A menudo se habla del pico de HL y de la ovulación como si fueran fenómenos simultáneos, pero no lo son: el aumento de la HL casi siempre ocurre primero. Recuerda esto cuando leas información sobre el ciclo menstrual.

¿Y qué implica esto en lo relativo a la fertilidad? El pico de HL y la ovulación forman parte de la ventana fértil, que es el periodo del ciclo menstrual en el que la mujer puede quedarse embarazada. La ventana fértil suele durar entre cinco y siete días, pero todavía nos queda mucho por aprender sobre la diferencia en duración entre mujeres y sobre los síntomas que tiene asociados.

Los cambios vinculados a la ovulación pueden provocar un aumento de la temperatura, de la FCR y de la frecuencia respiratoria, así como un descenso de la VFC. Es en esta fase cuando muchas mujeres experimentan el denominado “dolor intermenstrual”, una sensación de molestia abdominal que, según los científicos, se debe a las contracciones de las trompas de Falopio al conducir el óvulo liberado hacia el útero.

Durante la fase lútea

Durante la fase lútea, es habitual que la temperatura corporal aumente, el metabolismo se acelere, los niveles de energía bajen y que la mujer priorice el confort y el descanso.

En la fase lútea temprana, el folículo que ha liberado el óvulo se transforma en un cuerpo lúteo y empieza a segregar progesterona y estrógenos. Los niveles de HL descienden y la mucosa uterina se empieza a engrosar para alojar un óvulo potencialmente fecundado.

Durante esta fase, el aumento de la progesterona hace que suba la temperatura corporal y que crezca la actividad del sistema nervioso simpático, que es el responsable de la respuesta de lucha o huida. Esa actividad interactúa con los sistemas de todo el cuerpo y puede apreciarse en un aumento de la FCR, la temperatura y la frecuencia respiratoria, y en un descenso de la VFC. 

A medida que avanza la fase lútea, se llega a un punto de inflexión:

  • Si el óvulo es fecundado, el cuerpo se prepara para el embarazo y la progesterona aumenta aún más, lo que provoca las temperaturas inusualmente altas propias de las primeras etapas del embarazo.
  • Si el óvulo no es fecundado, la progesterona y los estrógenos vuelven a descender y el ciclo vuelve a empezar. Según se acerca el siguiente periodo menstrual, los fenómenos descritos anteriormente se atenúan a medida que descienden los niveles hormonales.

Para muchas mujeres, el descenso de los estrógenos y la progesterona en la transición de la fase lútea a la menstruación puede tener efectos negativos: las experiencias varían mucho en función de los síntomas y la intensidad. Es en torno a esta etapa cuando las mujeres pueden experimentar sensibilidad mamaria, retención de líquidos, hinchazón, calambres, antojos, cambios de humor, fatiga o ansiedad, lo que en conjunto se conoce como “síndrome premenstrual”.

Ten en cuenta que no todas las mujeres que menstrúan experimentan dicho síndrome. La comunidad científica se cuestiona si debería replantearse esta idea para reflejar con mayor precisión las diferencias individuales en la fase lútea.

Cómo usar Oura para entender tu ciclo

Las fases del ciclo varían de una persona a otra y de un ciclo a otro. Eso significa que algunas mujeres ovulan antes o tienen fases lúteas más largas que otras, y que una misma mujer puede ovular en días distintos según el ciclo. Incluso es normal tener algún ciclo sin ovulación de vez en cuando, lo que se conoce como “ciclo anovulatorio”.

Estas grandes variaciones ponen de manifiesto lo importante que es conocer el propio ciclo: tanto si quieres evitar un embarazo como si estás intentando concebir, un cambio en una única fase puede tener una gran repercusión.

El Oura Ring mide la FCR, la VFC, la respiración, el sueño y la temperatura corporal, por lo que puede resultarte muy útil para conocer tu ciclo y descubrir cómo afecta a tu cuerpo.

Oura incluye también la función Análisis del ciclo, que utiliza esas bioseñales para hacer una predicción de los cinco días en los que probablemente empezará tu próximo ciclo y te bajará el periodo. Esto te ayuda a monitorizar tu ciclo menstrual a lo largo del tiempo y a sentirte más informada y segura.



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Recuerda que la duración del ciclo también puede cambiar con el paso del tiempo. El uso de anticonceptivos en el pasado está asociado a irregularidades del ciclo durante la recuperación, y otra cosa a tener en cuenta es que las mujeres jóvenes suelen tener ciclos más largos.

Además, factores como la genética, la composición corporal y el ejercicio físico también pueden influir. La comunidad investigadora ha hecho grandes avances, pero aún queda mucho por descubrir.

Hacia dónde avanza la investigación

A la ciencia aún le queda mucho camino por recorrer para desentrañar la complejidad de nuestros cuerpos, pero mientras tanto podemos ayudar a otras mujeres compartiendo nuestras observaciones y generando interés en este campo. Con la participación de miles de mujeres, se podrá crear un nuevo fondo de información sobre la fisiología femenina.

Además de influir en los parámetros que hemos visto (FCR, VFC, temperatura corporal y respiración), el ciclo menstrual también parece repercutir en el sueño, según las últimas investigaciones. Eso puede manifestarse en un aumento del sueño REM durante la fase folicular, un aumento del sueño profundo en la fase lútea temprana y un empeoramiento de la calidad del sueño hacia el final de la fase lútea, con una menor eficiencia del sueño, más despertares y un sueño más fragmentado.

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