Tu cuerpo tiene un termostato interno cuya labor es mantener la temperatura al nivel de tus necesidades. La estabilidad de la conocida como “temperatura corporal central” refleja la capacidad de tu cuerpo de aumentar o reducir los grados para que no te salgas de tu temperatura ideal.

Todos los días, tu cuerpo regula la temperatura para adaptarse a tu ritmo circadiano: por la mañana la sube y por la noche la baja para ayudarte a dormir. Pero hay multitud de factores que pueden afectar a la temperatura: la dieta, el ejercicio y las hormonas, entre otros. Para asegurarse de que todo esté en orden, el cuerpo tiene que trabajar constantemente para regular la temperatura:

  • Cuando tienes demasiado calor, el cuerpo trata de expulsarlo ensanchando los vasos sanguíneos para que el exceso salga a la superficie. El sudor de la piel se evapora y la sangre pierde calor al entrar en contacto con el aire, lo que reduce la temperatura corporal.
  • Cuando tienes demasiado frío, el cuerpo trata de retener el calor estrechando los vasos sanguíneos de la piel para que la sangre mantenga el calor en la parte del tronco. Otra estrategia del cuerpo para subir la temperatura es provocar tiriteras.

La estabilidad de la temperatura es indicativa de la capacidad de tu cuerpo de adaptarse a las dificultades. Da pistas sobre cómo te estás recuperando, cuál es tu grado de disposición para hacer frente al día, si estás en las primeras fases de una enfermedad o si tus hormonas están trabajando a pleno rendimiento.

Es normal que la temperatura fluctúe

De media, la temperatura corporal central de una persona oscila entre los 36,5 y los 37,5 °C a lo largo del día. Estas fluctuaciones están vinculadas al ritmo circadiano.

Por regla general, esto quiere decir que alcanzas la temperatura corporal más baja unas horas antes de despertarte, y la más alta, una o dos horas antes de acostarte.

La temperatura corporal central de una persona suele oscilar en torno a 1 °C entre el valor más alto y el más bajo del día. Cualquier valor fuera de ese rango indica que, por alguna razón, a tu cuerpo le está costando regular la temperatura.

En la superficie de la piel, donde el calor de la sangre y el frío del exterior están más en contacto, la variación entre un extremo y otro es muy superior.

También es posible que la temperatura central y la de la piel cambien en sentidos opuestos a lo largo del día. Por ejemplo, cuando tu temperatura central es demasiado alta, el cuerpo intenta bajarla enviando sangre a la piel para que irradie parte de ese calor. Sin embargo, hay otros casos en que ambas temperaturas suben de manera similar, como cuando se tiene fiebre o después de ovular.

Teniendo en cuenta todos estos cambios, es fundamental saber a qué momento corresponden los datos antes de compararlos.

¿A qué patrones debería prestar más atención?

Durante el día, tu temperatura varía constantemente cuando te mueves, comes, bebes, socializas y cambias de ambiente. El cuerpo está más estable por la noche. Por eso, para valorar tu estado de salud general, lo más recomendable es que consultes tus datos de temperatura nocturna.

Por la noche, la temperatura corporal es como un espejo que refleja lo que ha pasado durante el día. Muestra, por ejemplo, si tu organismo está más estresado de lo normal o si, por el contrario, puede mantener el termostato a una temperatura estable.

Cuando está fuera de su rango habitual, el cuerpo te está indicando que algo le está impidiendo adaptarse.

Presta especial atención a los siguientes patrones:

Alteraciones del ritmo circadiano

El ritmo circadiano ayuda a tu cuerpo a transitar entre la vigilia y el sueño: tu temperatura corporal central baja cuando se acerca la hora de acostarte y sube de nuevo justo antes de despertarte. No olvides que la secreción de melatonina ayuda a activar el proceso de enfriamiento del cuerpo y puede verse fácilmente alterada por la luz azul.

Si tu temperatura media es considerablemente superior o inferior a lo normal, o si no baja cuando te acuestas, es probable que tu cuerpo esté sometido a mucha tensión y no pueda regular el termostato interno por la noche. Si cambias la hora de irte a la cama (por ejemplo, al viajar a un sitio con otro huso horario), es normal que se desajusten los ritmos de tu temperatura.

Posibles enfermedades

Una enfermedad puede hacer que suba tu temperatura corporal, incluso si aún no tienes fiebre. Aunque las estimaciones pueden variar, la fluctuación habitual de la temperatura diaria suele ser de 1 °C entre la máxima y la mínima. Si observas que tu temperatura sube por encima de ese rango, es posible que tu cuerpo se esté defendiendo de una enfermedad. Algunas afecciones también pueden provocar fiebre. En cualquier caso, cuando veas que la temperatura vuelve a su rango normal es que tu cuerpo se está recuperando.

Calor interno

Para que todos los órganos funcionen correctamente, el cuerpo genera grandes cantidades de calor interno. Si comes mucho o tomas alcohol poco antes de acostarte, seguramente tu temperatura se mantendrá alta durante toda la noche. Eso significará que tu sistema digestivo está haciendo horas extra.

Es probable que tu temperatura no oscile más de 0,5 °C. Prestar atención a tu cuerpo te puede ayudar a identificar si el exceso de calor se debe a algo que puedes controlar, como el horario de las comidas o la ropa de cama, o si, por el contrario, es el resultado de algún cambio natural, como los sofocos o la secreción de melatonina.

Ciclo menstrual

Si monitorizas tu ciclo menstrual, habrás observado que tu rango de temperatura depende de tus cambios hormonales. Durante la primera parte del ciclo menstrual (fase folicular) la temperatura corporal suele ser más baja, mientras que en la segunda parte (fase lútea) suele ser más alta. Si utilizas algún método anticonceptivo hormonal, es posible que no observes dichos cambios mensuales en tu temperatura o que veas un ascenso en tu temperatura media.

Ten en cuenta que…

Puedes influir en tu temperatura corporal más de lo que crees. Para que te hagas una idea, hay monjes tibetanos que, a través de la meditación, son capaces de elevar la temperatura de su piel lo suficiente para secar una toalla mojada extendida sobre su espalda. Pero ¿qué tal si empezamos con algo más sencillo?

  • Darte una ducha caliente puede indicar a tu cuerpo que es hora de bajar el termostato para irte a la cama.
  • Darte una ducha fría puede activar el organismo y hacer saber a tu cuerpo que debe calentarse para estar despierto.
  • Dormir en una habitación fresca puede facilitar el trabajo a tu cuerpo, puesto que le costará menos mantener la temperatura ideal mientras duermes. Aunque prefieras un ambiente más cálido, la ciencia y los datos fisiológicos indican claramente que la temperatura ideal del dormitorio son 18 grados Celsius.

Hacer un seguimiento diario de tu temperatura corporal te puede ayudar a detectar patrones que podrían revelar datos interesantes sobre tu salud.